jueves, 28 de febrero de 2013

LA MEJOR ARQUITECTURA MADRILEÑA DEL SIGLO XX, II: EL EDIFICIO CARRIÓN, de LUIS MARTÍNEZ FEDUCHI y VICENTE ECED Y ECED, ARQUITECTOS (1931-1933)


Siguiendo el recorrido que selecciónARTE quiere hacer por LA MEJOR ARQUITECTURA MADRILEÑA DEL SIGLO XX, el EDIFICIO CARRIÓN ha ocupado la cabecera del blog durante el mes de febrero de 2013. Como algunos quizá recordaréis, ya hemos hablado de esta obra cuando recorrimos la GRAN VÍA madrileña con motivo de la celebración de sus primeros 100 años. Así que hoy me limito a recuperar aquel texto (con ligerísimas variaciones), en el que ahora incluyo las fotografías de época a las que entonces sólo remitía con un enlace.


El EDIFICIO CARRIÓN fue proyectado y construido por LUIS MARTÍNEZ FEDUCHI y VICENTE ECED Y ECED entre 1931 y 1933. Este equipo ganó el concurso restringido que su promotor, el Marqués de Melín (IGNACIO CARRIÓN, aunque en otros sitios he visto que se le llama ENRIQUE), había organizado entre los arquitectos del momento (de varios ya hemos hablado en selecciónARTE al recorrer la GRAN VÍA: MUGURUZA, CÁRDENAS o GUTIÉRREZ SOTO, entre otros). Rápidamente conocido y valorado por los profesionales de la arquitectura, y divulgado por las revistas especializadas, el EDIFICIO CARRIÓN sirvió de inspiración a muchas construcciones posteriores, cuando la solución que pedía el solar era similar. En 1933 el Ayuntamiento de Madrid premió a FEDUCHI por el mobiliario del CARRIÓN, que era diseño suyo; y el edificio fue Medalla de Segunda Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1934 (ese año la Medalla de Primera quedó desierta).

El programa del EDIFICIO CARRIÓN estaba compuesto por necesidades muy variadas: el promotor quería un cine para 1.900 espectadores, una cafetería, un salón de té, una zona de hotel, apartamentos y oficinas. Para resolverlo, además de conseguir magníficas soluciones de composición, distribución y diseño, FEDUCHI y ECED supieron aplicar las técnicas constructivas más adelantadas del momento, tanto en la estructura (que es metálica y de hormigón armado) como en las instalaciones, a las que –como se hace ahora en cualquier edificio de entidad- destinaron un local propio de gran superficie. Muy comentadas –por audaces en su momento- son las tres vigas vierendeel que se utilizaron para cubrir la sala de cine: la mayor medía 31 metros de longitud y 3 metros de canto, y pesaba 70 toneladas (para los menos iniciados, una viga vierendeel es una viga de alma abierta -una celosía- con una serie de barras verticales rígidas que conectan los cordones superior e inferior sin barras diagonales).

De indudable inspiración Mendelsohniana, el EDIFICIO CARRIÓN trae a la cabeza muchos de los edificios del arquitecto expresionista alemán ERICH MENDELSOHN. La proa-curva-mirador que se remata en un torreón hoy prácticamente descargado de toda la publicidad luminosa que tuvo (sólo queda un anuncio de SCHWEPPES que forma parte de la personalidad urbana de Madrid), da al edificio una imagen potentísima, más si tenemos en cuenta el contraste que consigue ese cuerpo con las dos fachadas laterales, mucho más sencillas, más planas y más cerradas (especialmente la de la calle de Jacometrezo). Además, esas formas curvas imprimen al edificio un dinamismo notable: en la época en la que los coches habían tomado definitivamente la ciudad, el EDIFICIO CARRIÓN también ponía “cara de velocidad” y se sumaba al ritmo rápido del tráfico: desde la antigua Avenida de Pi y Margall uno casi lo ve avanzar ...

Es interesantísimo estudiar la habilidad con la que FEDUCHI y ECED superponen el cuerpo curvo a las fachadas planas, cómo se desarrollan los volúmenes, cómo cambian los materiales, cómo se trabajan las piedras para dar carácter propio no sólo a la esquina sino a cada parte de la esquina. En mi opinión ese es uno de los grandes valores del CARRIÓN: los arquitectos no han descuidado ningún detalle, por pequeño que fuera, ninguna parte por alta u oculta que estuviera. Y no descuidan tampoco el diseño interior, sencillo pero conseguidísimo, con aire art-decó; ni el mobiliario, que diseña FEDUCHI con un gusto exquisito (aquí, he de reconocerlo, hablo después de haber visto únicamente fotografías). Así, cuidando cada detalle con independencia de que sea grande o pequeño, de que se vea mucho, poco o regular, es como se hacen las grandes obras, las obras … maestras.

EDIFICIO CARRIÓN (también conocido como EDIFICIO CAPITOL), avenida de la Gran Vía, 41, con vuelta a la calle de Jamometrezo, 2.

jueves, 14 de febrero de 2013

ARCO 2013, FERIA INTERNACIONAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO / INTERNATIONAL CONTEMPORARY ART FAIR, en MADRID


De nuevo en ARCO. Y, de nuevo, poco nuevo que ver.


Eso sí, este año he tenido una sensación de mayor serenidad y una selección de obras más cuidada que otros años. Mientras recorría los Pabellones 8 y 10 de IFEMA me iba preguntando si esa falta de novedades (y lo digo en el peor sentido) es sosería, es falta de creatividad, o es justamente lo contrario: sentido común. Porque -razonaba conmigo mismo: este año he ido solo a ARCO, y es una lástima- cuando el dinero corre a raudales, uno puede exponer lo que le dé la gana; pero cuando "la-cosa" está más justa, ya no se puede jugar tan alegremente al todo vale. No, vale lo que vale. Y el resto hay que dejarlo escondido en el almacén para momentos de vacas gordas (que vaya usted a saber cuándo volverán).

Supongo que alguno me podría crucificar por lo que acabo de escribir, y sé que lo que digo es tremendamente matizable -necesitaría varias entradas para explicarme con precisión- pero de la misma manera que el tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio, quizá también las crisis sirvan para separar a las ovejas de los cabritos.


En cualquier caso, como siempre, estoy encantado de haber podido visitar ARCO 2013, interesante y enriquecedor, y agradecidísimo a quien me facilitó la invitación.


domingo, 10 de febrero de 2013

CRISTINA IGLESIAS / METONIMIA, en el MUSEO NACIONAL CENTRO de ARTE REINA SOFÍA, de MADRID


Ayer estuve en el REINA SOFÍA viendo METONIMIA, la exposición de CRISTINA IGLESIAS. Me pareció de lo más sugerente, verdaderamente evocadora.

Algo conocía de su obra, pero no mucho: ¡quién no se ha quedado boquiabierto más de una vez y más de dos admirando las maravillosas puertas de la ampliación del MUSEO DEL PRADO!


Además de las referencias a la naturaleza –el agua en movimiento, la vegetación apretada, los fósiles, los paisajes que se esconden detrás de muros de hormigón (falso hormigón, pero lo mismo da)- los trabajos de CRISTINA IGLESIAS están llenos de referencias arquitectónicas: esos espacios-jaula que crea a base de planos que no llegan a formar esquinas, ni –por lo tanto- a ser volúmenes rotundos; esas estancias permeables y recorribles, accesibles y que a la vez te enclaustran, te encierran, tan singulares, tan laberínticas; ese techo que protege y a la vez –por su inclinación y su material- resulta inquietante; esas luces coloreadas que llena espacios sólo sugeridos; los propios materiales muy de obra … Texturas, luces, materiales, sonidos, conforman un lenguaje propio que al menos  a mi –arquitecto- me ha tocado de cerca, me ha ganado y me parece escultura de primer orden.


Al recorrer la exposición la cabeza del visitante se encuentra en otras culturas, épocas y lugares -la memoria, otro elemento clave en la obra de CRISTINA IGLESIAS- y necesariamente recuerda otra retrospectiva genial: la de su marido JUAN MUÑOZ, que ya comentamos en su día en selecciónARTE, también impresionante (o mejor, más impresionante aún). Eso sí, me ha sabido a poco: me hubiera gustado recorre más salas llenas de obras de CRISTINA IGLESIAS.


CRISTINA IGLESIAS / METONIMIA es una exposición que no hay que perderse: se puede visitar hasta el 13 de mayo.