lunes, 23 de febrero de 2015

EL MUSEO CARLOS DE AMBERES, en MADRID


Ayer estuve visitando el nuevo MUSEO CARLOS DE AMBERES, inaugurado el pasado mes de noviembre. Desilusión podría ser la palabra que define mi experiencia. Y eso que las expectativas eran discretas tirando a muy discretas. Los siento sinceramente, porque hubiera deseado encontrar una grata sorpresa. Pero no fue así.



Sin entrar en grades profundidades, encontré una sede ya conocida (la de la FUNDACIÓN CARLOS DE AMBERES en la calle Claudio Coello) con tres salas con poco interés espacial/arquitectónico: las paredes pintadas en azul peluquería, una iluminación tirando a regular, una climatización poco confortable, una ambiente ruidoso (¿qué hay detrás de esa tela negra –no me atrevo a llamarlo cortina- de la sala 3?), unos ambientadores/humidificadores impropios… Y unas cuantas piezas correctas aunque no  sensacionales, en su mayoría prestadas -¿puede ser verdad que sólo una es suya?- y comentadas en un cuadernillo lleno de historia pero falto de explicación técnico/artística.





Es verdad que el MARTIRIO DE SAN ANDRÉS, la joya de la corona, es una pieza de primera; que el tapiz de LOS FUNERALES DEL REY TURNO, MUERTO POR ENEAS, es magnífico; que la colección, dentro del ámbito en el que quiere moverse (maestros flamencos y holandeses) es variada. Pero como museo, no cuela. Quizá como exposición temporal de algunas obras del MUSEO DE BELLAS ARTES DE AMBERES, KMSKA, aprovechando las reformas que deben estar realizando hasta dentro de un par de años, podría funcionar bien. Pero como museo, no. Y son 7 euros, 7: no es una fortuna, pero al acabar el recorrido, duelen.